LA VIOLACION
Una violacion le puede cambiar la vida a una mujer, ante todo es un acto en el que la mujer no esta de acuerdo,es un acto violento,es un acto enfermo,es un ataque a la mujeer,al ser y al cuerpo...de hecho es un ataca a la salud mental.Con esto quiero decir que mas alla del momento en si..despues como en todos los ataques,malos tratos,malas situaciones..ecxt...vienen las consecuencias fisicas y mentales.por eso es muy importante contener,no juzga...deberias haber corrido..deberias....sino ESTAR y dar ayuda terapeutica a la persona.
Violar es matar el alma de cualquier mujer, y deshonrar su cuerpo. Pulsando estudios sociopolíticos de distintas culturas, venimos en conocimiento que, nuestras hijas de Eva, han sido excluidas de las posiciones de mando o poder en los gobiernos de turno o en los consejos de administración de las grandes empresas...Pero estos patrones de comportamiento en las sociedades actuales han cambiado, afortunadamente.
Violar es matar el alma de cualquier mujer, y deshonrar su cuerpo. Pulsando estudios sociopolíticos de distintas culturas, venimos en conocimiento que, nuestras hijas de Eva, han sido excluidas de las posiciones de mando o poder en los gobiernos de turno o en los consejos de administración de las grandes empresas...Pero estos patrones de comportamiento en las sociedades actuales han cambiado, afortunadamente.
Comenzando el siglo XXI la mujer-hijas de Eva- y, pisando fuerte, van poco a poco consiguiendo su ya merecido puesto en el plano socio-laboral, que –en igualdad de derechos y también de obligaciones– le facilita una comunicación liberalizada respecto al hombre.
Es bueno comprobar como un hombre y una mujer se pueden tomar unos güisquis juntos, conversando tendidamente de sus mismos proyectos y aspiraciones laborables: se está produciendo poco a poco la liberación de las mujeres: ellas también quieren ser mujeres liberadas…
Violar es invadir el cuerpo de cualquier mujer, y matar su alma. Las matizaciones y los argumentos referentes a las violaciones de las mujeres nos llevan, ineludiblemente, a un argumento final: Todas las violaciones de nuestras féminas son actos sadistas–con dolor e humillación–de dominio y de poder, por parte de nosotros los hombres. Y es que nos convertimos en verdugos–sin sentimientos–de nuestras propias víctimas.
“Bien, lo que viene a decir este escritor es que nos salgamos de la calle, que nos vistamos con el burka de la castidad perpetua, que nos marchemos a dormir–al limbo de los justos–el sueño eterno...”, dirán muchas mujeres. O: “...que hay miles de violadores en el mundo”. O: “...que debemos temblar ante la presencia de cualquier hombre”.O: “...que debemos desconfiar de nuestros propios maridos”. Ni tanto ni tan calvo: hay violadores en España, en Estados Unidos, en Colombia, en México, en Filipinas..., y, si me apuráis un poco, hasta en la propia Cochinchina.
Sin embargo, podemos aceptar que, bajo estas circunstancias, para algunos hombres la violación es una patología de sus sentimientos amorosos, prevaleciendo la idea–ya muy extendida–, de que estos individuos necesitan afirmar su masculinidad. Discrepo de estas teorías: La violación es un acto voluntario inhumano cometido por un hombre contra una mujer, y que debía ser castigado con “cadena perpetua”, si la hubiese en nuestra legislación penal vigente. (María Goretti–campesina italiana–, fue apuñalada mortalmente, y en el año de 1954, sin que su asesino consiguiese violarla.)
Nunca vi matar a un hombre/mujer, nunca vi violar a una mujer/hombre, nunca vi matar o violar a un niño/a. Dichos aquí y ahora, y en frío, son horrendos dramas, que forman parte de la Humanidad. Entiende uno que, algunas veces, estos se dan conjuntamente: el horror de la muerte, que es propio de la condición humana.